¿Se acaba el lujo en Dubai? Dubai, uno de los siete emiratos árabes, se está viendo duramente afectado por la crisis económica. Decenas de miles de trabajadores extranjeros han sido despedidos y debieron irse del emirato. La comunidad holandesa ha sufrido también las consecuencias del súbito desempleo. Jan Demmink vive en Dubai desde hace 28 años, adonde se fue atraído por el buen ambiente de negocios, la grata convivencia y el buen clima. Demmink vivió la transformación de la próspera ciudad-estado en un área de rascacielos. Bajo los mandatos del emir Mohamed y de su padre Maktum III (1943-2006) el emirato ha invertido grandes sumas en el sector financiero, el turismo y la construcción: edificios de preferencia gigantescos, caros y lujosos. Éstos han sido justamente los sectores más afectados por la crisis, y Dubai no tiene reservas de petróleo suficientes para respaldar a las empresas en apuros. Parque de diversiones Chris Rademakers, gerente de negocios de la empresa holandesa Visser & Smit Hanab, cree que el lujo y la ostentación desaparecerán lentamente. Dubailandia, dos veces más grande que Disneylandia, no será abierto hasta nuevo aviso, porque faltan compradores para los departamentos del archipiélago El Mundo. Pero los trabajos de construcción del metro, carreteras y el nuevo aeropuerto de Dubai siguen adelante. "Éstos son proyectos que le hacen bien al país. Lo único es que la entrega se hará un poco más tarde de lo planeado". Alrededor del 85 por ciento de la población de Dubai es de origen extranjero, incluidos cerca de seis mil holandeses. Para permanecer en el emirato es absolutamente necesario tener un empleo: quien pierde el trabajo debe irse. Por lo mismo, en Dubai el desempleo es visible de manera distinta a lo que acostumbramos. "De pronto hay casas en arriendo", dice Jan Demmink, "cosa impensable hace unos pocos años. Además las calles se ven más tranquilas, circulan menos coches que hace un par de meses". Vehículos caros abandonados Pero no solamente los empleados con menos capacitación se están yendo. En los días de Navidad, la prensa local informó de miles de vehículos caros - arrendados con opción de compra - abandonados en los estacionamientos del aeropuerto. Algunos extranjeros calificados dejaron todo atrás y regresaron a sus países. Ahora el emirato quiere adaptar la ley de visas para evitar esta fuga de cerebros. Los profesionales especializados y los gerentes se podrán quedar, incluso cuando estén momentáneamente en el paro. No es fácil estimar la gravedad de los problemas que enfrenta Dubai. Los megaproyectos de construcción son financiados por sociedades inmobiliarias o con dinero de inversionistas extranjeros. A fines del año pasado y bajo presión internacional, uno de los líderes nacionales señaló que Dubai tiene una deuda cercana a los 80 mil millones de dólares, pero que la ciudad-estado puede enfrentar esos pagos sin grandes dificultades. Las cifras oficiales son difíciles de corroborar y el gobierno no ha querido informar nada sobre quiebras ni despidos. Contratos temporales La empresa de dragados Van Oord ya no tiene trabajo para una gran parte de sus empleados en Dubai. Esto afecta sobre todo al personal local con contratos temporales. "Esto es muy desagradable", dice el vocero Groothuizen: "para nosotros estas personas son parte de nuestra empresa. Algunos de ellos llevan largo tiempo con nosotros y con su despido vamos a perder conocimientos y experiencia". Van Oord ha debido reubicar también a una cantidad importante de empleados holandeses. Van Oord calcula que este año en el emirato árabe se producirá una caída de facturación cercana a los 400 millones de euros. De cualquier modo, dice Groothuizen, se esperaba una caída, quizás no tan grande: "En los últimos cuatro años el crecimiento del mercado de dragado, a escala mundial, había sido realmente notable". Ciudad fantasma " Dubai no se convertirá en una ciudad fantasma", dice el gerente Chris Rademakers. "El bache durará dos o tres años. Una especie de pausa para las sociedades inmobiliarias". En opinión de Rademakers "todavía hay mucho dinero. Los edificios están vacíos, pero los precios de los alquileres son seis veces más altos que en Amsterdam. Los más lujosos centros comerciales siguen llenos. ¿De qué crisis estamos hablando?". Jan Demmink trabaja en el sector de la seguridad electrónica exterior en refinerías, palacios y carreteras, y hasta el momento su fuente de ingresos no se ha visto afectada. "Trabajo en proyectos de larga duración", dice Demmink, "por lo que no he tenido problemas. Pero en la construcción las consecuencias están a la vista. Muchos proyectos que acababan de empezar o estaban a punto de hacerlo están paralizados". La empresa de dragado holandesa Van Oord sabe de qué se está hablando. Van Oord, que causó furor con la construcción de Palma Jumeirah, la primera de las islas con forma de palmera, y del archipiélago El Mundo, recibió el encargo de levantar un tercer archipiélago, el Palma Deira. Este proyecto es el más grande en la historia de la empresa y tiene un costo de 2.500 millones de euros. Una parte importante ya fue entregada, pero el resto se está construyendo muy lentamente, por una razón sencilla: falta de dinero. Según el vocero de la empresa de dragado, Bert Groothuizen, nadie vio venir la crisis. "Fue una caída en picada, particularmente en el último trimestre de 2008, y no creo que los problemas vayan a terminar a mitad de este año". |
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