jueves, 19 de febrero de 2009

Fwd: Volver al 45





Circo criollo
Volver al 45
Daniel Della Costa

Gran parte de la oposición piensa que las elecciones de octubre van a ser una fiesta en la que triunfarán los buenos, mientras los Kirchner y su pandilla iniciarán el regreso a las sombras, aturdidos por un concierto de cacerolazos y listos para quedar escrachados en la crónica policial, no bien dejen la Rosada. Porque dada la suma de desaciertos que acumula el Gobierno, la crisis internacional, el desagradable vitriolismo que exhala Néstor Kirchner cada vez que ocupa una tribuna y los negros bochornos que suelen acompañar el desempeño de su cónyuge, no debería extrañar que en octubre perdiesen por paliza y que dos años después debieran escabullirse disfrazados, él de bucanero, con un ojo tapado, y ella de abadesa, con hábito diseñado por Armani. Sin embargo, sería bueno no gastar a cuenta y que ni Macri se distrajera en exceso de su función municipal para ensayar la canción de Freddie Mercury que estrenaría el día en que asumiera la presidencia ni que Felipe Solá pusiera a enfriar, ya mismo, el champán francés que descorcharía luego de ser ungido en la Rosada.

Al Gobierno, quién lo duda, lo acechan grandes peligros. Y por más que tape con macaneo estadístico las cifras de inflación, de desocupación y de tipos que cartonean o duermen en las calles, igualmente parece que será alcanzado, en algún momento, por la insuficiencia de recursos, que tuvo, pero que derrochó alegremente en el festival de subsidios. Y allí, según los analistas más prestigiosos, arderá, o debería hacerlo, Troya. Porque no le alcanzarán las manos ni los bolígrafos para firmar leyes y decretos que le permitan disponer a su arbitrio de los billetes de cualquier color acumulados por los particulares, así como para succionarles sus ingresos a través de gabelas extraordinarias, confiscaciones y salvajes ajustes en los servicios.

Pero más allá de que esto puede no ser tan dramático ni cierto, lo que no hay que perder de vista es que, en este ajedrez político, nada está dicho antes del mate final y que el Gobierno también mueve sus fichas. Y, por lo que se advierte, después de seis años de errar sin rumbo y de tocar de oído, prometiendo trenes bala e inaugurando piedras inmóviles, acaso apretado por la crisis y por su propia ausencia de planes e ideas, se ha subido, parece que ahora sí definitivamente, al herrumbrado tren del peronismo. Que ya compartía, pero agregándole ahora otros treinta años de atraso. Y que así como Perón, a contrapelo de la historia que venía, transformó el país en un corralito de asalariados satisfechos con alma de fin de mes, nacionalizando servicios, castigando el ahorro, congelando alquileres, controlando precios y ejerciendo el proteccionismo, se ensaye hoy, en nombre de la crisis mundial, una remake de aquel error como arbitrio destinado a proteger el empleo y firmar un largo armisticio con la CGT. Y, por ende, asegurar su supervivencia. Logrado lo cual, acaso las urnas ya no les resulten tan esquivas como hoy parecen serlo. Y como no lo fueron nunca para Perón.

"¡Ah -suspiró, nostálgico, el reo de la cortada de San Ignacio-, volver al 45! ¿Pero -reaccionó enseguida- ¿a usted le parece que podrían andar juntos tipos peinados a la cachetada y con trajes Divito con éstos de ahora, los floggers y los emos, prendidos al celular y con pinchos hasta en la lengua?"








Georginius

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