Resurgimiento incierto Extraña tribu |
Por Norberto Firpo |
Albricias Peribañez es una adolescente fuera de serie, una chica bastante extraña: no es flogger , no es dark , no es emo , no es punk ? No milita en ninguna de las ya tradicionales sectas de la mostacilla vernácula, sino que es miembro fundadora de una tribu muy singular: la de los vulgares y silvestres, cuyos prosélitos no encajan, de puro estrafalarios, en ninguno de los actuales paradigmas juveniles. Los jóvenes vulgares y silvestres se bañan todos los días, no se untan el pelo con cola de carpintero, no se decoran el pellejo con tatuajes ni piercings ? En general, desdeñan toda forma de autoflagelación y, aunque cueste creerlo, adoptan recursos muy singulares para exhibirse socialmente: en tanto los darks se suscriben a la coquetería de la truculencia, estos otros visten un tipo de ropa que les permite soslayar el ridículo y que les evita llamar la atención. Por si fuera poco, son afables con el prójimo y hasta con sus padres y hermanos. Cosa rara, no les significa un rasgo de distinción eso de negar (o ignorar) a padres y hermanos, eso de proclamarse huérfanos vocacionales. Considerada un prototipo alfa entre los vulgares y silvestres, Albricias ha conseguido pulir su responsabilidad y su buen gusto, de manera que se las ingenia para esquivar esos tugurios de la trasnoche, esos Cromagnon que todavía funcionan. Ella sabe que nunca tendrán más adeptos que los emos o que los floggers , acaso porque la disciplina que se imponen los vulgares y silvestres resulta tan rígida como la disciplina militar. Vean si no: es una disciplina que exige conducta sobria, espíritu solidario e intención de ser persona cabal, confiable. Desde luego, la feligresía del ocio cervecero (o sea, buena parte de la muchachada de hoy) diría que tales consignas constituyen un cúmulo de paparruchas, y tal vez reivindicarían su condición de transgresores a la violeta, alegres por faltar a todo compromiso de ser útiles a sí mismos. Días atrás, en una vidriera de la Facultad de Ciencias Sociales, Albricias observó que habían instalado un recorte de este diario, en el que podía leerse lo que decía un observador agudo de los hábitos de la juventud: "Esto de los floggers y los emos me es difícil de entender? Hay algo que se me escapa, porque en ellos no están muy claras ciertas cosas que teníamos los jóvenes hasta hace poco tiempo: teníamos ideales". Rápidamente, más vale aclarar que estos conceptos no fueron vertidos por un almidonado sociólogo de la guardia vieja, sino por el músico Carlos Solari, El Indio, ex líder de Los Redonditos de Ricota. A la escasez de ideales juveniles se había referido, en efecto, en un estupendo, clarificador reportaje que LA NACION publicó el 19 de diciembre. |
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Georginius
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